11 abril 2009

Domingo de Resurrección ¡Aleluya!

"YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD, Y LA VIDA" (JUAN 14:6)

El Credo

Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su Único hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracias del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos. Subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

"Creo en tu Resurrección" - Hermana Glenda


"Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti".

"Hermano Sol, hermana luna"

(Enlaces)

Por © Carlos Alberto Arellano (Gigantes que Desaparecen)

(Con permiso del autor)

Hermano sol, hermana luna. Quiero olvidar, ahora mismo, en este instante de fulgores y esperanzas que me llenan de emoción, las grandes penas, los fugaces llantos, que han echado sus fértiles semillas, sus ásperas raíces de dolor, en las cerradas y boscosas cerrazones de mi ser. Ese ardor intenso que tanto me atormenta el búm-búm del corazón. No me dejen solo en la distancia, se los ruego, no quiero volver a perderme para siempre en confusos y alarmantes nubarrones de temor, en esas largas tristezas que estiran y dilatan el amargo y penoso sabor de mi sufrir.
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Hermano viento, hermana brisa. Abran mis ojos, tomen mis manos, acaricien mi rostro, denme ese grande abrazo que sólo saben darse los más sentidos y queridos amigos de verdad. Quiero ser capaz de sentir, de gozar como nunca antes, de vivir a pleno las delicias de este mundo tan ameno, hermoso y singular. Quiero gozar por un precioso instante de milagros, de un tranquilo y dichoso latir del corazón. Que el Cielo y la Luz y la Gloria más inmensa, desde ahora les doy las gracias con humildad y sencillez, me acerquen la frescura de los campos y los esplendores de los cielos. Y que pronto, muy pronto, así lo espero, me ayuden a echar flores y frutos en los pequeños y humildes parques de mi ser.
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Hermano sol, hermana luna. Quiero verlos sonreír en las mañanas, y charlar en las terrazas, y soñar en los floridos y apacibles jardines del Edén. Y escuchar ahora mismo, sin perder un sólo instante, esas dulces canciones que tanto me deleitan la razón. Que le cantan con voz suave a un mundo colmado de ternura, bondad y comprensión. Ayúdenme, se los ruego, a encontrar la paz y la dicha que alguna vez supe conocer, compartir y disfrutar. Esos tiernos sentimientos que perdieron sus huellas en los montes, y sus caminos en las frondas, y sus más preciados y valiosos horizontes de piedad, muy dentro de los curtidos, viejos y tenaces universos de mi ser.
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Hermano viento, hermana brisa. Quiero volver a correr y a saltar, como el chiquillo que fui alguna vez, por campos henchidos de rojas amapolas y verdes mariposas. Quiero volar como un pequeño gorrión entre los pastos y las flores, antes de que el sol lance sus blancos y amarillos resplandores en los grandes y azulados cielos de mi bien. Hermanos míos, hermanas mías, a ustedes que tanto los quiero, a ustedes voy a confesarles esto que de nuevo me está creciendo en algún pequeño y dulce rincón del corazón: Yo no vine aquí, siempre lo he sentido muy dentro de mi alma y lo digo con voz clara una vez más, aquí me puso el Creador.

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