21 enero 2008

UN ETERNO ABRIR Y CERRAR DE PUERTAS

La vida es un constante abrir y cerrar de puertas.

En el camino de la vida, a veces se abre una sola puerta y sólo encontramos oscuridad. La mayor parte del tiempo andamos a tientas como los ciegos sin poder encontrarla.

Otras veces estamos demasiado cansados de buscar.
En algunas ocasiones la felicidad entra por la puerta y la dejamos escapar sin ni siquiera darnos cuenta. Salió por la misma puerta que entró y después es que nos preguntamos “¿por qué la dejamos ir?”

En otras ocasiones, nos tiran la puerta en la misma cara y volvemos a preguntarnos: “¿Y por qué?” Sería entonces que la felicidad detrás de esa puerta no estaba destinada para ser nuestra y con el pasar del tiempo nos alegramos del gran portazo que nos dieron en la misma cara al darnos cuenta que nos hubiera traído infelicidad.

Muchas veces cerramos las puertas nosotros mismos, porque los miedos nos impiden cruzar el umbral hacia lo desconocido. Al cabo del tiempo descubrimos que perdimos una gran oportunidad.

Quizás para atrevernos a abrir una puerta primero tenemos que comenzar poco a poco por abrir ventanitas y dejar que entren algunos rayitos de luz o algunas de esas lucecitas intermitentes que se encienden y apagan. Tal vez en esa media luz es posible que encontremos destellos de felicidad.

Hay puertas que están cerradas herméticamente y jamás se abrirán, no importa la cantidad de llaves que cuelguen de nuestro llavero. Aun así, seguimos buscando sin descanso y darnos por vencidos, porque algo muy dentro nos dice que existe una única puerta que se abrirá al fin por donde entrará una luz tan inmensa que nos deslumbrará sin fin.

Lo importante en la vida es continuar la búsqueda con una fe inquebrantable y sin perder la más mínima esperanza, siempre con la confianza de que al fin encontraremos esa puerta que se abrirá de par en par para encontrarnos con una luz infinita, la única y la más luminosa de todas, esa que nunca se apaga porque en ella se encierra la verdadera felicidad y todo lo maravilloso que un día soñamos.

Sólo entonces estaremos prestos a decir ese último adiós, porque al traspasar el umbral nos damos cuenta que la felicidad es plena y ya no hay regreso a la oscuridad.

Así es la vida, un eterno abrir y cerrar de puertas.

http://www.youtube.com/watch?v=GnFWyOaluDQ&feature=related

5 comentarios:

Carlos Alberto dijo...

Sarita:

¿Qué puedo decir? ¿Qué puedo agregar, si ya está todo dicho? ¡Hermosas reflexiones! Muy interesante todo lo que dices. Así es la vida. Un constante abrir y cerrar de puertas. Desde que nacemos hasta que morimos. Me gusta pensar, tras leer tus palabras finales, que a los creyentes, a los profundamente religiosos, a los que creen en Dios, les espera una última puerta, la puerta final, la que estuvieron anhelando toda la vida, la que tanto desean de todo corazón, aquella que les ha dado fuerzas y esperanzas en los momentos difíciles, aquella que esperan poder abrir tras el último aliento, tras el último adiós, descubriendo con infinita emoción y profundo agradecimiento, que son dignos de ella. La Gran Puerta, la que los estaba esperando al final del camino, tras las alegrías y sufrimientos de toda una vida. La Puerta del Paraíso.

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Sarita:
Muy buen post, ojala tengamos esta fe y esa entereza de que debemos luchar por lo que queremos y no importa las puertas que nos cierren, en algún momento lograremos nuestros objetivos.

La felicidad esta ahí solo hay que buscarla y encontrarla, al final del camino, se debe dar el primer paso, para empezar a recorrer las sendas que nos pueden llevar a la felicidad en la tierra de los vivientes.
Saludos

Carlos Alberto dijo...

Sarita:

Bella, triste y pesarosa esa canción que he encontrado, esta tarde de verano en Argentina, en los interiores cubanos de tu blog. La canción de Luis Miguel, el cantante mexicano. Qué pena da esa mujer que, no pudiendo soportar las tristezas de la vida en compañía, la que se lleva adelante (día tras día, noche tras noche) bajo un mismo techo y una misma coalición, abrió la puerta que daba a la calle y (supongo que a los saltos) se marchó, dejando que un pasado complejo o peliagudo se cerrara para siempre tras de sí.

Y hermosa la imagen que acompaña el lento sinsabor de las palabras. La luna grande de testigo, el profundo azul tristón de la laguna, la pequeña isla oscura perdida en la inmensidad de un corazón que se rompió, las sombras del alma o de la noche, el arbolito que solito y triste se quedó...

¡Que seas feliz!

Recomenzar dijo...

Bueno mi idea es distinta.Yo prefiero iluminarme a diario con las pequeñas cosas de la vida sin esperar algo increible para el final.
Abrazos

Antonio Aguilera dijo...

Te echo de menos. Puedo pasar?